La partida de Red Storm fue tensa y delirante por momentos.
Me
dispongo, desde mi chalecito a las afueras de Postdam, a relataros
aquellos cruentos días donde muchos le debimos tanto a unos pocos. Entre
tales valientes nos encontrábamos mi compañero en la academia
militar prusiana Gunter Damian y yo mismo; no quiero desvelar mi
nombre pero seguro me conocereis en la historia por "El Lobo de
Kurlandia" o "El último de Konigsberg", ya digo, un humilde servidor.
Nos
enfrentamos en aquellas jornadas a las hordas comunistas que mancillaban
nuestro amado Reich, al lado tenebroso de la fuerza, al imperio de los
Ivanes y las Olgas. Dos generales rojos fueron los principales
cabecillas del ataque y megaoperación que intentaba alcanzar nuestra
amada capital Berlín. Aquellos osados, locos de la fría Rusia,
estrategas temibles, Pavlov y Recamanovich.
La partida
-digo así como si
en un tablero se representara tal teatro- comenzó tensa; ambas líneas,
soviética y rusa estaban muy dispersas, y algunas (por decir algo)
unidades alemanas se vieron sobrepasadas con facilidad durante los
primeros, salvajes, avances rusos pues el dado y la diosa fortuna les sonrió durante casi toda
la acción. Tan sólo recuerdo, hijitos, un uno miserento que sacaron
allá por la primavera del 44. La mayoría de las veces, eran cuatros y
cincos que los dotaban, gracias a unas tablas generosas, de gran
movilidad.
Pero era todo una artimaña del Mein Furer,
para retrasar lo más posible un avance contrarreloj y conseguir así
agotar sus fuerzas.
Konigsberg pronto se quedó trás la
línea de avance rusa, pero la táctica del lobo de Kurlandia, consiguió
aguantar la plaza asediada durante toda la partida. El secreto está en
mantener a salvo la conexión entre la ciudada puntuable de Konigsberg y
la estrecha barra de arena que la conecta con el puerto de Pillau.
Tengo
que decirlo, Pavlov con su habitual astucia, no me lo puso nada facil
en la defensa de la ciudad, pero al ser fortaleza, evitaba que mis
tropas carecieran de suministros en los pocos turnos que se vio ocupado
las tierras entre la ciudad y la barra del puerto por tropas soviéticas.
Esta
pugna durante toda la partida fue una pieza clave para la debilidad
soviética. ¿Qué hacer?¿Invertir más tropas y recursos en asediar la
ciudad, o bien, pasar de ella y dedicarse a otra cosa? En la duda, puede
estar el error.
Si cierto también fue que a mitad de
partida y en un giro magistral de los acontecimientos, golpe maestro,
desplacé tropas de refuerzo y auxilio a los sitiados, desde el puerto de
Stettin y hasta Pillau. Jajajaja, todo el mar de Kurlandia era mío!!!
Pero
vamos a hablar un poco a nivel global de lo que supuso el avance soviético por medio y medio de los campos de nuestra amada
Pomerania y más al sur.
Arrasando, avanzaron destrozando todo lo que
pillaron a su paso. Muchos panzergruppen se vieron sobrepasados y
cayeron lentamente, pero gracias a su sacrificio el avance se contuvo en gran
medida.
La llegada de la primavera y el deshielo también hizo de las
suyas.
Las hordas rojas también se encontraron con el problema de cruzar el Vístula, en primera
instancia. Mientras, nuestros pobres refugiados intentaban acercarse a
marchas forzadas a algún puerto. Logramos salvar 2 puntos de victoria
gracias a ellos. A sendos grupetes de harapientos que
conseguimos rescatar en Danzig.
Más al
sur el avance de los equipos de Recammanovich era caótico y Gunter
Damian hacía con sus fuerzas lo que buenamente podía. Se puede hablar,
así como en el norte de una guerra de guerrillas, en el sur, de una
auténtica guerra de arrasamiento por parte de los ejércitos más potentes
de Stalin.
Para
cruzar los ríos tenían que hacer cabezas de puente muy apetecibles para
nuestro ejército pero que estaban bien defendidas. Y qué decir que el objetivo de llegar a
Berlín, que tenían incialmente los rusos, fue alcanzado a un sólo turno
del final. Pero sin fuerzas y sin movimientos ya para poder hacer un
asalto a la Guarida del Lobo.
En
definitiva una partida muy, muy interesante, un juego dinámico por
momentos. Aunque como pegas achacables la cantidad de movimiento y
contramovimiento que existe en cada turno, que a veces se hace un poco
interminable.
The End.
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