sábado, 14 de diciembre de 2019

Fields of Fire 1 y 2.

"Quien entre aquí, abandone toda esperanza", tal es la inmortal frase que podría aplicarse también a los dos volúmenes de este juego de GMT. No por que sea malo, ojo. Sí por "infernal" y porqué después de tantos años de edición, correcciones, erratas y preguntas no hay manera de tener un reglamento que le haga justicia. Por que justicia merece tal "solitario multiera", que tan pronto te hace pasar un mal rato desembarcando en una remota isla del Pacífico, como bajando de un Huey en una colina, con hierbas hasta el pecho, del Vietnam o en medio de una noche sin luna en las gélidas montañas de Corea. 


Y lo que vendrá! Porqué actualmente su diseñador (otro inefable) se encuentra testeando (!) una campaña en las Ardenas. De hecho, esa es una de las preguntas que me hago. Cómo puede ser que alguien no haya todavía "versionado" las mecánicas de esta maravilla y se dedique a sacar módulos como churros, adaptados a casi cualquier época que se os ocurra? Qué me decís de un FOF en Somalia, Libano o en la guerra civil? O hasta en Zululandia? Con pequeñas adaptaciones iría como un tiro!

Pero hay más preguntas, señoría: Cómo puede haber tanta desgana en una editorial o en un equipo diseñador/desarrollador que no corrija el montonazo de pegas que hace años una fiel comunidad de jugadores ha puesto de manifiesto? No sólo no se arreglan sino que incluso se incorporan otras nuevas! 


Perdón por el arrebato. Qué puedo decir? Me encanta este juego. Hace mucho me interesó pero como la canción, "tuve que dejarlo ir" devastado ante tal supuesta apatía y terriblemente frustrado por no poder terminar una partida decente. Las dudas te asaltan, cual infinitas oleadas de chinos en la batalla de Chosin. Puedo disparar ahí? Y si el enemigo avanza a esa carta? Bunquers si, bunquers no?
Pero ahora soy un hombre nuevo. He conocido la verdad y puedo empezar a entenderlo.
Tras meses de arduo entrenamiento, como un aprendiz esforzado y gracias a la infinita paciencia de algunos usuarios de BGG y BSK, sobre todo Juno, empiezo a ver la luz al final del túnel (o era al revés?). 

Digamos también que en mi renovada determinación influyó que las campañas del segundo volumen me llamaban mucho (pero más sobre esto después). Y quizá una soterrada inclinación "ludomaso" que hace que los juegos malditos me atraigan si o si. Ay, ese Halls of Montezuma!
O ese Supreme Commander… cuanto he disfrutado desentrañando unas reglas infumables o una edición profesional indigna de ese nombre!


En este caso, sin embargo, podría considerarse que la cosa va más allá. Incluso cuando las ideas son buenas, como los cambios en la organización de los libretos de campaña, que hace las misiones más claras y sencillas, eso no se explica. Y claro, puesto que las reglas de ambos son prácticamente las mismas, quitando la introducción en el 2 de lanzallamas, cuevas o combate urbano (imagen superior),  habrá referencias a "packages" enemigos o similares que no vas a entender. 

Y últimamente he visto bastantes jugadores hablando/interesándose por este título. En Twitter abundan los comentarios. Hay videos que lo explican. Así que me pareció que merecía una entrada de este humilde blog. Y quizá ahorrarles sufrimiento.
O no, acabar por contribuir aún más firmemente a enfrentar los desafíos de la compañía de Marines o del ejército USA que te pone en las manos. Pero eso sí, sabiendo un poco lo que te puedes encontrar.


Así que encarnas un capitán al frente de sus hombres en una serie de misiones, que pueden unirse en una campaña, frente a un enemigo flexible y verosímil, al cual con frecuencia no detectas hasta que lo tienes encima y con objetivos y metas quizá muy diferentes a los tuyos (que incluso ni entiendas).
Por tanto, el punto de partida resulta atractivo y bastante coherente con lo que te vas a encontrar. Pero además potencia una gran rejugabilidad donde, en algún caso, existe la posibilidad de jugar en modo cooperativo (por ej. la campaña de Hue, que recrea un gran mapa por donde evolucionaron dos compañias). El primer volumen nos lleva a Normandía, Corea (dos campañas) y Vietnam. El segundo Peleliú, otra vez Corea, esta vez contra los chinos y a la capital imperial de Hue.

Resultado: hablamos de un juego inmersivo, con gran capacidad de narrativa (véase encima la de cosas que pueden pasar en una carta) y un sistema que consigue hacer "normales" lo que son situaciones "normales" (y que no siempre se encuentran bien representadas en nuestro hobby). Cuantas veces unas tropas no han equivocado su objetivo? O han disparado donde no debían?... es más, o no han disparado en absoluto, porque eso de que siempre distingas o reacciones "como debes" ante el enemigo (el enemigo, donde está?) no parece muy lógico. Y sin embargo casi siempre lo damos por hecho.


También, a partir de una medida serie de acción/reacción obtienes una razonable representación de la simultaneidad y la falta de control; otros elementos que raramente -y más en los juegos tácticos consagrados- reciben la debida atención.

Hasta podría decir que la segunda parte desarrolla algunas de las potencialidades que había en el primer juego. Elementos que -en mi opinión- quedaban poco esbozados, como por ej. el comportamiento de los vehículos, consiguen una mayor definición (no porque se aclaren las reglas, faltaría más. Sobre todo porque los ves en distintos empleos y eso te ayuda a asimilar lo que debería hacerse). 
Sin embargo, antes de lanzaros de cabeza a preferir claramente uno sobre el otro, decir que de las tres campañas citadas que trae este último, tal como están escritas las reglas y los playbooks, dos son injugables "sin una pequeña ayuda de tus amigos" (léase recopilación de erratas, videos de ayuda, etc). Así de heavy!

Una de cal. Una de arena. Los que seguís un poco estos desbarres sabéis que no soy mucho de recomendar. Menos que nunca en este caso. Ahora, si me preguntáis por el camino recorrido, pues no me arrepiento; si volvería a pasar el chasco, la desilusión, el cabreo... pues si, lo haría.


Así que, señoría: Cual es el veredicto? Pues un juego en solitario lleno de huecos, mal editado, frustrante, que no se parece a casi nada, bonito, asumible en tiempo y espacio, completo, retador. Todo eso y mucho más! Huye, huye mientras puedas... es mi tesooooroooo... 


The End.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Blue Water Navy. Primeras impresiones.

Llevamos un par de meses dedicados a este juego de Compass. Card Driven que recrea una hipotética tercera guerra mundial en los 80 (con tres campañas en momentos diferentes de la década y varios escenarios) entre unos monolíticos soviéticos y el más difuso bando de la OTAN. El énfasis está en los aspectos aeronavales, con un exaustivo y detallado arsenal de armas, desde submarinos a satélites de localización, pasando por los mortiferos F-14 que parecen todos pilotados por Tom Cruise, (más sobre esto después) o los más recientes (para la época) portaaeronaves soviéticos. 
Hay también espacio para la guerra terrestre, reflejada a través de unos tracks que avanzan y retroceden a partir de desembarcos y contradesembarcos o del bombardeo por parte de la OTAN (abajo). En general, y aunque yo no soy de hipotéticos, me ha recordado a mi querido Victory in the Pacific, aunque "ultra vitaminado".


El juego, vaya por delante, sin duda está currado. El sistema parece sólido y podría trasladarse perfectamente a otras épocas. Además, las reglas no son demasiado complejas. De hecho, el diseñador comenta que una vez dominadas deberías jugar sólo recurriendo a las cartas de ayuda (cuatro, repetidas para ambos jugadores). Pero otra cosa es llegar a ese dominio, pues no están precisamente bien escritas -parecen más bien construidas a partir de esas ayudas- e incluso no tienen epígrafes o referencias cruzadas al manual. Añadidle a eso que hay un amplísimo abanico de acciones posibles (ataques entre TF, aviones de todo tipo, submarinos nucleares y diesel... Cada uno con su panoplia respectiva de misiles balísticos, bombas y SAMs) y ahí veréis que reside la verdadera dificultad. No en mover o en elegir eventos. 
Por suerte hay varios ejemplos (para mí debería haber más) y escenarios especialmente diseñados para ir dominando todas las posibilidades. Además el autor es bastante activo en redes y contesta rápidamente las dudas que surgen. Eso matiza la cuestión.

Con todo, diría que luce sobre todo en la campaña. No sólo porque la situación está más abierta, permitiendo al jugador diseñar toda esa vertiente de la guerra, bien como el Politburó o como el cuartel general de la OTAN, sino también porque es donde se añaden las cartas de eventos y operaciones que pilotan el juego y dan variedad (en los escenarios, el número de puntos disponibles está definido de antemano).


Me ha gustado sobre todo lo narrativo que es. Sobre un mapa de áreas los jugadores alternan impulsos, activando más o menos unidades en función de lo que gasten (o tengan disponible) y sobre casi cada zona tienen lugar verdaderos dramas. Juegos enteros ni se acercan a la intensidad que puedes sentir en uno de esos "restringidos" enfrentamientos. Y qué hay más divertido que mandar al fondo del océano miles de millones de dolares en forma de un portaaviones norteamericano de (pen)última generación!

También la cantidad de variantes y reglas opcionales previstas (entrada de nuevos países en la contienda, robo de teconología, objetivos estratégicos como Cabo Cañaveral, guerra química o nuclear, unidades más avanzadas...) lo cual garantiza rejugabilidad en gran medida.

Me ha gustado menos lo largo que resulta y, sobre todo relacionado con esto, la situación de asimetría que padece el jugador ruso. Que es relativamente lógica, ojo. Claro que sus unidades son "peores", que sus cartas dan menos puntos, que los subs yankys de tres dados con +1 y tirada de salvación son "invencibles" o que la superpotencia de los F-14 a los que inevitablemente se enfrenta, supera todo lo imaginable, pero eso puede hacer que su partida se convierta en un mero recibir. Real? probablemente. Divertido? pues menos.

Así que la carga de dificultad y resiliencia descansa aquí -es mi opinión- sobre todo en los hombros del pobrecito proletariado internacional; un poco al modo "japonés de la segunda", aunque con el agravante de que ni siquiera hay un primer Pearl Harbour del que "disfrutar".


Aunque entiéndase bien, eso no quiere decir que el bando soviético no pueda ganar. De hecho, en nuestra experiencia la partida casi siempre se decidió a largo plazo (y las que tuvimos que acabar un poco antes no estaban para nada resueltas). Pero si puede pasar tardes enteras viendo como su querido arsenal se disuelve como un azucarillo. Y aunque en la campaña las pérdidas no le penalicen, no todo el mundo disfruta con eso.

Otra crítica que tuvo es que, con tanto subsistema a tener en cuenta y tanto factor diverso podría acabar siendo un tiradados con infinito azar (trae 10 dados de 10). Si hubiese escrito esto hace una semana, descartaría con suficiencia esa posibilidad. Sin embargo, tras sufrir en mi última sesión el siempre infame principio del "qué bien juego que saco seises" (en este caso dieces), me temo que soy menos firme en mi criterio. No es que sea definitivo pues hay muchos matices, bonificadores por calidad, tecnología, agrupamiento de varios disparos en una única andanada, etc. Pero al final, volvemos a lo comentado arriba: Tengo que pasarme cuatro horas sin conseguir más de un cinco mientras mi oponente saca cuatro dieces en seis tiradas? Sin duda a la larga se compense, pero mientras...


Por supuesto, tomad todo esto con pinzas. Hace falta paciencia. El propio título de la entrada quiere evidenciar que no hemos -ni de lejos- captado toda su profundidad. Y yo -"mea culpa", seguro- todavía estoy en trance de asimilar posibilidades y de encontrar una estrategia medianamente válida para enfrentarme a la potencia occidental.
El ruso puede hacer mil cosas. La OTAN es más evidente, debe dedicar esfuerzos a frenar sus avances, llevando convoyes a Europa y/o desplegando una política de desgaste.
Veremos. De momento queda en barbecho pero seguro volveremos a darle. Os mantendré informados. Ahora toca el Stalingrad 42.


The End.