viernes, 18 de diciembre de 2015

Cuando el otro eres tú.

El descubrimiento de Occidente es un libro que se lee en nada, que casi se devora.
Y no porque sean apenas ciento cuarenta páginas, sino porque con cada hoja que vuelves te asomas a una mirada nueva, a algo que no sabías de un mundo por otra parte ampliamente conocido: El de la industrialización y el imperialismo, con las grandes naciones europeas en la cima de su poder; las mismas que, poco después, serán causa de terribles luchas y la creación de los bloques responsables de la barbarie de la Gran Guerra.


Porque en este caso los ojos que nos miran son otros. Y fijan su atención no sólo en fábricas y cañones. También en sus regímenes parlamentarios (con referencias a la España canovista), al papel de la mujer, al naciente socialismo (que cuando menos les desconcierta), a sus formas de ocio (baile, teatro), las convenciones sociales o su gastronomía.
Son los ojos de los primeros diplomáticos chinos -más que embajadores, "antropólogos"- que nos escrutan, preguntándose entre fascinados y escépticos, como estos "bárbaros occidentales" pueden ser más pujantes que su amado "Reino del Medio"...

Y en ese proceso de descubrimiento del otro, de análisis de lo "exótico", ansían encontrar una fórmula para enderezar el rumbo de su reino celeste. Así que escriben y escriben sin pausa, buscan y "encuentran" muchas explicaciones; incluso repitiendo los tópicos que, doscientos años antes, habían esgrimido -en sentido contrario- los primeros misioneros en la tierra de los mandarines.
Ya sabíamos que toda historia es presente, ahora además confirmamos que su discurso se construye, con frecuencia, a partir de lo que ya llevas dentro.


martes, 8 de diciembre de 2015

Partiditas furtivas. (6ª)

Las sesiones de cuatro han quedado aparcadas. Así que los tableros de dos y tres se han convertido en nuestro nuevo menú. Ya habéis visto el recorrido que dan algunos de ellos (Churchill o T&T). Toca ahora pasar revista a los juegos de pareja de este trimestre que, obviamente, son más abundantes que antaño. Ahora no parecen tan furtivos...

Hubo otros antes pero ya "conocidos", así que registraré como "primero cronológicamente" el Warfighter. En principio, tanto por sistema como por lo que recrea, se podría presumir que no es de los que más pudieran atraerme. Sin embargo me pareció interesante, tanto en solitario como en cooperativo (de esa forma aún me gustó más) y volveré a él sin duda.
Es su segunda edición; ligero y divertido ya desde que equipas tu escuadra para enfrentarte a los malos. Con un sujeto semejante, aunque mecánicas más "ortodoxas" espero la próxima revista de Modern War: "Kandahar". Me tiene buena pinta ese diseño...


Continuamos con otra aparición reciente: El Storm Over Normandy donde, por contra, todo suena a conocido, desde el propio tema hasta el diseño. Como sabéis se trata de un nuevo ejemplo de la versión "simplificada" de los juegos de áreas. Familiar y entretenido como una tarde de series y mantita. Nunca están de más si tienes poco tiempo...


Después vinieron cosas de más enjundia, varias partidas con adversarios diferentes al Cruzada y Revolución...
Parafraseando a Silvio Rodriguez, hace mucho que "le debo un hilo" a ese juego. Lo tengo casi desde el primer momento y lo pruebo a menudo pero hay algo que "complica" mi aproximación. Entendedme bien, me parece una joya (cada vez mejor cuanto más lo juego). Todo funciona, supera incluso a su "maestro" el POG y consigue hacer equilibrada e interesante una situación que a todas luces no lo fue. Y además era "necesario" (yo llegué a plantearme un diseño semejante, también con motor de cartas, hace muuucho). Pero ahí reside algo de ese "intringulis" que me produce.
Hace unos años, W. Murray y A. Millet publicaron un ameno y recomendable libro sobre la muy trillada Segunda Guerra Mundial y lo titularon "La guerra que había que ganar", basándose en que todas los conflictos bélicos son terribles pero algunos especialmente más que otros... Este sin duda es uno de ellos. Añadidle a eso una historia familiar de olvido y tristeza (por desgracia tampoco especialmente única, sino bastante frecuente) y el cinismo infinito de algunas declaraciones de políticos y podréis comprender un poco como me siento ante ese mapa.


Pero en fin, estamos aquí para hablar de juegos... ¿y cuál es el único que te puede permitir que Pontevedra vuelva a ser republicana! ;) Juegazo!

De nuevo pasamos a algo más ligero; dos wargames de revista, con sus ventajas e inconvenientes. Primero el Norway 40. Una campaña que parece marginada pero que a mí me atrae bastante. Con el sistema del South Seas, y su sencilla interacción aero-naval-terrestre que me había gustado mucho.
Es fenómenal para una tarde, pero sólo tras las modificaciones a las reglas hechas por algunos usuarios de la BGG. Con ellas resulta más equilibrado y jugable. Si no, los alemanes pueden ganar en el primer turno (como casi históricamente hicieron, por otra parte).


Luego vino el Patton´s Third Army. No está nada mal, un solitario donde te dedicas a la gestión de un ejército en la Francia del 44, desde la asignación de reemplazos y elementos de apoyo a tus puntas de lanza a las labores de "inteligencia", mientras te enfrentas a las directrices del mando alemán y a una oposición creciente en la carrera hacia Alemania. Casi una mezcla entre Race to the Rhine y un State of Siege. Muy bonito además (y con pocas erratas, algo que es de agradecer).


Y para terminar (de momento, espero), retomamos otro Card Driven: El Barbarossa to Berlin. Estuvo mucho tiempo en la estantería y tenía varias dudas sobre él pero actualmente también me gusta. Desde luego que arrastra problemas pero que queréis, a mí me divierte. Y aguardo con interés su reedición por parte de Devir. Caerá seguro!


Un poco de todo, como veis. Larga vida a los wargames. Y a los que los juegan!

Muchas Felicidades.