martes, 2 de abril de 2013

Charletas improbables: Carlos IX vs. Selim II.



-Carlos IX: Saludos cordiales, Gran Sultán, Guardian de la Sublime Puerta. Tras nuestra breve experiencia lúdica común de estas semanas no hemos llegado a pasarnos ese invento del diablo llamado wasab pero aún así os propongo un intercambio de pareceres, a modo de encuentro Occidente-Oriente, sobre el Virgin Queen. Quizá sería interesante dar a conocer algún punto de vista que pueda subyacer bajo esa amalgama de fichas de diversas formas y colores dispuestas sobre un cartón pintado.


-Selim II: O infiel entre los infieles, yo te saludo como un igual. Aunque tu reino palidezca ante las andanzas de tus vecinos sin embargo la fertilidad de tu familia ha calado grandemente en mi ánimo. Debo pues decir que nuestro encuentro ha sido muy divertido y a pesar del  vacio de poder que afligió al Sacro Imperio, las cosas han marchado bien. Mucho mejor que allende la época de mi augusto padre, donde las estériles luchas entre vuestras insignificantes confesiones lastraban el continente.


-C IX. Para mí ha sido, sin duda, un descubrimiento. De hecho en estos días me he estrenado a cinco (con perdón) y la verdad es que en vez de decaer al paso de los turnos, las veladas se hacían  más excitantes y plenas de sentido. Además, desde la gloria de mi capital y como sumo arbitro del gusto y la elegancia que soy (sólo hay que comparar estilismos) en esta Europa atormentada, diría que tanto los componentes como la edición general son, marca de la casa, de gran calidad. Dentro de la cual destaca el Cartograma, para mí un recurso excelente. Tal y como expresa su propio creador Ed Beach en las "notas del diseñador" que acompañan al reglamento es "El mundo visto desde la cabeza de Felipe II". Aprecio grandemente esa forma de destacar las zonas y regiones más relevantes de nuestra época. Por ejemplo, muchos espacios en mi muy bella tierra (algo que a nadie puede extrañarle), muchos en Flandes, (donde tuvieron lugar algunos de los acontecimiento primordiales de las guerras de religión, elemento fundamental en el juego) y también solucionando el encaje de ese llamado "nuevo mundo", esta vez realmente incrustado en el mapa, no como en el caso anterior donde parecía un poco una intelequia. Pero vos, por experiencia de conocer las dos etapas, quizá podais compararlo mejor. ¿Que opinais?

-S II. Pues en mi caso, que como bien decís llevo más tiempo en contacto con los asuntos de las cortes, en gran parte por mi mayor edad y servicios encomendados ya con mi amado progenitor, diré que este subterfugio concreto no me acaba de convencer: desde el primer momento lo del cartograma no me agradó... comprendo esa occidental justificación pero estéticamente no me resulta atractivo. Por no hablar del desdén con que se tratan mis inmensas y ricas posesiones, reducidas practicamente a un pliegue de pergamino. Por mucho menos de eso, el gran Soliman habría castigado duramente a sus cartógrafos!


-C IX. Por otro lado, abundando en la crónica anterior, considero igualmente poco adecuado el título, influenciado sin duda por la perfidia sajona. ¿No sería más lógico llamar al juego con un título referente a Felipe II, verdadero alma mater (y querido primo) de todo lo que se movía en aquella época en medio mundo, por no decir el mundo entero? Propondría uno alternativo: "Yo El Rey", que es como mi muy devoto pariente gusta de hacer su firma. Y que ademas viene impresa en el tablero (como la de cada uno de los regidores en contienda), detalle que me ha parecido digno de alabar por parte del citado maese artesano autor del mapa.
Y qué os ha parecido que el número de recursos y unidades esté limitado por potencia? Recuerdo a su católica majestad, en un momento de máximo apogeo y lucha fratricida buscando reclutar más tropas en sus aparentemente inagotables dominios. Fue un alivio saber que no podría, pues el Duque de Guisa y los desleales bajo su mando, que habían ocupado Reims, amenazaba la estabilidad de mi reino. Qué no hubieran podido hacer con más hombres!

-S II. Yo diría que es un mecanismo más que razonable (y muy frecuente en estos casos). Ni la extensión de mis amplios dominios ni la capacidad de sus hombres, una gran parte año tras año excavando sin tregua las arenas del Sinai, pueden ser infinitas. Ay de aquel que ose caer en tal soberbia!


2 comentarios:

  1. Juraría que había dejado un comentario... :S

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  2. Pues no te cortes, xai. Igual sin darte cuenta no le diste a publicar...

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