jueves, 5 de noviembre de 2015

Tragedia (lúdica) en la mesa.

Tragedia.

Esa es, ni más ni menos, una de las dos palabras que conforman el título al que recientemente nos hemos viciado en el grupillo de "En Ocasiones Veo Wargames". La otra es "triunfo". Pero "tragedia" sirve mejor al propósito de definiros mis experiencias a lo largo de dos partidas completas en las que tuve el dudoso honor de comandar al Tercer Reich (foto BGG).


Mis tácticas fueron muy distintas. Y es que en ambas partidas -más en la segunda- me propuse hacer un ejercicio de experimentación y tratar de exprimir las posibilidades del juego al máximo, encontrar sus límites y ver si realmente funciona.

LA PRIMERA PARTIDA:

Durante este primer lance, decidí permanecer a la expectativa de lo que hacían mis rivales de tablero. Primer error importante, pues habéis de saber que la estrategia alemana debe ser muy distinta. Vamos a ver, como lo diría yo: los alemanes son una raza destinada a la barbarie, al todo o nada, sin medias tintas, y eso de permanecer sentado haciéndole el aguachirri a potencias menores y dejarse malear por el viento... como que no.

Pero yo, iluso de mí, en esa primera partida me dediqué a intentar influir en países menores y violar neutralidades para conseguir mi ansiado Hinterland. Alemania sin expansión no es nada. Apenas cuatro regiones chiquitas en un lado del mapa, y bueno la península itálica y Libia de comparsas. Así que ya vemos que uno no puede ser germano y no tratar de arrimar con cartas y para sí a Checoslovaquia, Austria, Hungría, etc. Es decir, todo el área de influencia natural centroeuropea, desde las Ardenas hasta los Balcanes, debe ser un objetivo primario para el jugador alemán que quiera durar algo en el juego. Sin países no hay recursos, ni población, ni cartas, ni fábricas, ni cartas otra vez. Por ese orden. En definitiva, el motor del juego económico que aquí se nos plantea es comprar y crecer, para seguir comprando y seguir creciendo. Nada más simple, nada más complicado.


Por eso digo que Alemania está en una posición que ha de violar la neutralidad por aquí, comprar influencias por allá, de todo un poco. Sin conquistar todos los países menores a cuchillo, lo cual supondría un desgaste brutal y un enriquecimiento ilícito para la Pérfida Albión y los Soviets. Pues cada vez que se viola una neutralidad, los demás rivales pillan cartas adicionales, que suponen oportunidades de mejora importantes. Ni tampoco intentar influenciar en todos esos países, pues requeriríamos demasiadas acciones y demasiado gasto que, en cuanto lo vieran los buitres que tenemos sentados al lado en la mesa, se abalanzarían sobre nosotros como a por una presa moribunda.

Pues eso, majos, que en la primera partida resulta que me dediqué a guerrear poco e influenciar mucho. Tracé una línea de suministro por la Anatolia que ya hubiese querido para sí la mismisima Queen Victoria, y conecté con Persia y Afganistán. Llegando a amenazar Bakú muy seriamente desde el Sur.
Esperé paciente a que el Soviético me atacara. Acabó declarándome la guerra. Y terminó perdiéndola aplastado y reculado ante mi avance imperial. Esto no estaría nada mal sino llega a ser porque en todo este tiempo el frente del Este no se movió un ápice. Mientras, Francia e Inglaterra excesivamente reforzadas y la llegada de los americanos en el 42, hicieron del todo imposible intentar algo ya a la desesperada. Lo cual provocó el enriquecimiento sobre manera del USA-UK y la victoria a los puntos, ante mí y ante el soviético que estábamos en disputas contìnuas.


No funcionó casi nada. Tragedia pues.

Así que, secretamente decidí en la segunda partida, adoptar otra estrategia...

LA SEGUNDA PARTIDA:

Aquí fuí más a saco, intentando dar la sorpresa un poco y no me fue del todo mal. Me empezaron a venir buenas cartas, Yugoslavia pronto cayó de mi lado y varias potencias como Hungría o Checoslovaquia. Me preparé bien y ataqué sin miramientos Francia. Sí, es cierto que no me fue fácil pero después de apurar mucho y estar a punto de quedarme a las puertas de París, tengo que decir que  me salió muy bien la jugada y todo las reservas francesas en la Maginot tuvieron que claudicar ante la rendición incondicional del gobierno de Petain.


Todo parecía venirme de cara. Tenía muchos recursos, Centroeuropa era mía, y me disponía a atacar Odessa. Cotas mayores me esperaban. Pero, ay! descuidé Holanda, fallo garrafal, al dejarla sin guarnición, pronto se convirtió en un puerto franco para el acceso de las tropas británicas que desde ahí se convirtieron en una dolorosa piedra que melló mi resistencia.

Tragedia.

CONCLUSIONES:

  • Es un juego que tiene muy poco "chrome", sin referencias a hechos o personajes históricos; no es como el Churchill. Es más aséptico y puede dar la sensación de Risk vitaminado.
  • Es corto y eso favorece que se puede jugar en muy pocas horas.
  • Es divertido, te lo pasas bien, menos cuando sabes que lo tienes todo perdido.
  • La rejugabilidad la miro recelosamente pues no veo muchas posibles estrategias de los distintos bandos. Está muy encorsetado el juego.
  • No me gusta el papel preponderante que se le da a la infantería sobre los mecanizados, cuando sabemos que las divisiones panzer en todo juego son fundamentales.
  • Es un juego de bloques y el fog of war le da vidilla al asunto.
  • Resumiendo, un juego correcto y bonito, es corto y de 3 no hay muchos.

Jugad y comentadnos.


2 comentarios:

  1. ¡Qué bien que os lo pasáis! Cuando me jubile me tendré que ir a vivir a Galicia. O vosotros a Mallorca, que aquí el clima es algo más apacible.
    Respecto al juego: correcto y bonito, pero no barato. No habrá muchos a tres, pero tampoco es un número que seamos muy a menudo. Y los dos últimos wargames multijugador que compré (¡hace dos años!) siguen vírgenes.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario, Ferran. Y encantados de que te pases por aquí (en todos los sentidos, jeje),

    Seguro que Mallorca debe ser espectacular. Pero aquí en las Rias Baixas tampoco se está mal.
    No le hagas mucho caso a lo que cuentan en la tele, Galicia es muy diversa y en concreto en Pontevedra no podemos quejarnos para nada.

    Respecto a partidas, hemos tenido que aparcar un poco nuestro habitual menú de wargames a cuatro, pero en cuanto a juegos de tres no estamos mal equipados. Aunque este trimestre ha resultado bastante "cargadito" y nuestro menor tiempo de ocio no nos deja mucha ocasión para escribir. Esperemos que pronto cambie el panorama...

    De nuevo gracias y un saludo desde el (casi) Finisterre. :)

    ResponderEliminar