Cuando el Pontevedra FC jugaba en primera división, durante sus años de gloria, tenía un lema que lo definía: "hai que roelo", aludiendo a lo incomodo que resultaba jugar contra él como equipo peleón y rocoso que era.
Así me siento un poco con este KOH. Vaya por delante que me gusta y es un juego al que siempre vuelvo pero, la verdad, también podía ser más "amable", como se dice ahora.
Las pegas empiezan con el despliegue. La semejanza en el aspecto y la abundancia de facciones, así como unas fuentes que -al menos a mí- me resultan difíciles para estos ojitos ya cansados hace que pasemos cantidad de tiempo buscando, encontrando y, como dice un amigo mio, "contando lentejas". Tendré que utilizar muchas más bolsitas para fichas...
Aunque por otra parte, esta "complejidad" es resultado de la abundancia de escenarios y las diversas épocas que toca, lo cual considero una de sus fortalezas que, casi por si sola, despierta mi interés. Quizá sea cierto que no se puede tener todo.
Tampoco las reglas son una maravilla. Y esos nombres de ciudades y pueblos a rastrear por el mapa! Sin ser un juego complejo, muchas cosas se facilitarían si estuvieran mejor contadas.
Se que no es un caso aislado, pero no acabo de acostumbrarme...
Igualmente, la simulación prima claramente sobre el aspecto lúdico. En su enfoque hay pocas concesiones a movimientos espectaculares o campañas poco trabadas, predominando el árido discurrir del desgaste sobre una tierra ardiente.
Pero eso también es lógico y oculta una sutileza -para mí- muy valiosa: Card Driven hay muchos y ya no sorprenden demasiado. Tienes tantas cartas, pues más o menos sabes cuantas activaciones realizarás (quitando alguna respuesta o evento que juegues) pero aquí las cosas no son tan sencillas. No puedes quedarte ninguna y, sobre todo, nunca sabes cuanto va a durar (y cuantas consumirá) el asedio que impepinablemente vas a tener que realizar, ya que suelen ser la fatigosa llave de la victoria.
Y de nuevo hay división de opiniones. Para algunos resultan interminables, para mí son fundamentales y de lo más narrativo. De nuevo estamos ante un giro: otros juegos te permiten mover entre frentes, desplazarte por el espacio. Éste sin embargo te traslada en el tiempo, dilatándolo o comprimiéndolo en función de si buscas avances y batallas campales o tienes que plantarte bajo las murallas enemigas. Así que las cartas, en el fondo, tienen una "escala" variable. Incluso en momentos desesperados puedes intercambiarlas con el mazo.
Ah, cuan variables las fortunas en la guerra!
Actualmente estamos enfrascados en varias sesiones que nos han permitido probar diferentes escenarios ya que -otra ventaja- suelen terminarse en una sentada. Desde los combates entre Saladino y Ricardo a la invasión Mongola del Próximo Oriente (arriba y abajo), pasando por la decadente quinta cruzada, todo en unas pocas horas.
Y he aquí donde volvemos a encontrar esa manifiesta necesidad de "roer". La mayoría tienen condiciones de victoria muy exigentes y se desenvuelven de forma semejante, con peleas agónicas en poco espacio que, sin embargo, pueden variar mucho en función de las cartas que saques (en algunos casos muy potentes). Toca pues prepararse a "sufrir" con tus hombres, arrastrados por el polvo de esta supuesta tierra divina.
No se en vuestro caso, pero en realidad en mi estantería hay algún juego que más que por divertido o interesante está porque (y sin entenderlo del todo) uno sabe que tiene que tenerlo. Simplemente.
Es lo que hay. Pero parafraseando a Kennedy: "no jugamos wargames porque sea fácil, sino porque (entre otras cosas) es difícil".
The End.
Este juego se se atragantó desde el pricipio. No entendí su planteamiento ni hice nada para lograr entenderlo. Tampoco pensé que valiera la pena. El autor apostó por algo diferente y para mi gusto se pasó de diferente. Para satisfacer gustos existen colores.
ResponderEliminarFerran.
Para mí, tienes bastante razón. Como decía arriba, por varias causas es un juego difícil, cuyo mayor valor reside en la posibilidad de acceder a escenarios poco representados que a otra cosa. Y es que en muchos casos ofrece más una simulación que una experiencia lúdica completa. Pero efectivamente, para gustos...
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